ARTICULOS / ARTICLES
Consejo Nacional de Investigaciones Científicas
y técnicas - Universidad Nacional de Quilmes
(CONICET-UNQ)
Universidad Nacional de Chilecito (UNdeC).
Argentina
leaindavera@hotmail.com
Resumen
En este artículo se analizará el
pasaje de la mano invisible en Investigaciones sobre la naturaleza
y causa de la riqueza de las naciones. Se mostrará que el
resultado esperado por la acción de la mano invisible, la
maximización del producto total anual, algunas veces es un
obstáculo para la defensa de las naciones. Para comprender
cabalmente este punto analizaremos previamente algunas cuestiones en
relación con el pasaje de la mano invisible.
Palabras clave: Mano Invisible; Defensa; Nacional.
Abstract
This paper will analyze the passage of the
invisible hand in An inquiry into the nature and causes of the
wealth of nations. What we will argue is that the expected
outcome of the action of the invisible hand - the maximization of
total annual product - is sometimes an obstacle for a Nation’s
defense. To understand this point in full, first we will analyze some
topics in relation to the passage of the invisible hand.
Key words: Hand Invisible; Defense; National.
En este artículo se analizará el pasaje de la mano invisible en Investigaciones sobre la naturaleza y causa de la riqueza de las naciones (RN, de aquí en adelante). Se mostrará que el resultado esperado por la acción de la mano invisible, la maximización del producto total anual, algunas veces es un obstáculo para la defensa de las naciones. Para comprender cabalmente este punto analizaremos previamente algunas cuestiones en relación con el pasaje de la mano invisible en RN: 1) que los individuos que son guiados por la mano invisible son los comerciantes y los fabricantes, 2) que en el pasaje de la mano invisible se hace referencia de manera especial al comercio internacional y a las consecuencias que se derivan del comportamiento del comerciante pero que también se hace referencia en general a las consecuencias que se derivan de las inversiones dentro de determinado país y no sólo en el marco del comercio internacional, y 3) que la descripción dada por Smith del comerciante y del fabricante guiados por una mano invisible para maximizar el producto total anual de la sociedad es una descripción de una situación contrafáctica porque los comerciantes, debido a sus prácticas monopolísticas y sus presiones al Estado, no permiten que en una sociedad determinada se llegue a la maximización del producto total anual.
¿Quiénes son guiados por una mano invisible?
Comencemos nuestro análisis citando ampliamente el pasaje de la mano invisible y su contexto tal cual lo encontramos en RN (Smith, 1999):
Cada individuo en particular se afana continuamente en buscar el empleo más ventajoso para el capital de que puede disponer. Lo que desde luego se propone es su propio interés, no el de la sociedad; pero estos mismos esfuerzos hacia su propia ventaja le inclinan a preferir, de una manera natural, o más bien necesaria, el empleo más útil a la sociedad como tal.
En primer lugar, todo individuo procura emplear su capital lo más cerca que pueda de su lugar de residencia y, por consiguiente, se esforzará en promover, en los límites de sus fuerzas, la industria doméstica, con tal de que por dicho medio pueda conseguir las utilidades ordinarias del capital o, por lo menos, ganancias que no sean mucho menores que éstas.
En consecuencia, si son iguales, o casi iguales, las utilidades, cualquier mayorista prefiere naturalmente el comercio nacional al exterior de consumo, y éste al de transporte entre pueblos extraños. En el comercio interno nunca tiene el capital tan lejos de su vista como en el externo, dedicado al consumo. Puede conocer mejor el carácter y la situación de las personas en quienes ha de depositar su confianza para manejarlo, y cuando lo engañen, estará más al tanto de las leyes del país para conseguir una satisfacción cumplida. En el comercio de tránsito el capital del traficante se encuentra como dividido entre dos naciones extrañas y, atendida la naturaleza del tráfico, nunca será necesario que parte del mismo venga a situarse bajo su inmediata disposición y vigilancia. Del capital que un comerciante de Ámsterdam emplea en conducir trigo desde Koenigsberg a Lisboa, y fruta y vinos de este puerto al otro, la mitad debe estar necesariamente en una de estas plazas, y la mitad restante en la otra, sin que sea necesario situar en la ciudad de Ámsterdam una poción de dicho capital. La residencia natural de semejante comerciante debería ser Koenigsberg o Lisboa, según las circunstancias, y sólo una causa muy particular puede obligarle a preferir Ámsterdam. Únicamente la incomodidad que experimenta, al verse tan separado de su capital, le inclinará a conducir a dicha plaza parte de las mercaderías de Koenigsberg que destina a Lisboa, y parte de los artículos lusitanos que transporta a Koenigsberg. Aunque esto le ocasione las molestias y gastos que conlleva cargar y descargar repetidas veces sus mercaderías, e incluso el pago de varios derechos de aduanas y arbitrios, se someterá gustoso a esos fuertes recargos, con tal de situar parte de su capital bajo su inmediata custodia e inspección...
En segundo lugar, quien emplea su capital en sostener la industria doméstica procura fomentar aquel ramo cuyo producto es de mayor valor y utilidad.
El producto de la industria es lo que ésta añade a los materiales que trabaja y, por lo tanto, los beneficios del fabricante serán mayores o menores, en proporción al valor mayor o menor de ese producto. Únicamente el afán de lucro inclina al hombre a emplear su capital en empresas industriales, y procurará invertirlo en sostener aquellas industrias cuyo producto considere que tiene el máximo valor, o que pueda cambiarse por mayor cantidad de dinero o de cualquier otra mercancía.
Pero el ingreso anual de la sociedad es precisamente igual al valor en cambio del total producto anual de sus actividades económicas, o mejor dicho, se identifica con el mismo. Ahora bien, como cualquier individuo pone todo su empeño en emplear su capital en sostener la industria doméstica, y dirigirla a la consecución del producto que rinde más valor, resulta que cada uno de ellos colabora de una manera necesaria en la obtención del ingreso anual máximo para la sociedad. Ninguno se propone, por lo general, promover el interés público, ni sabe hasta qué punto lo promueve. Cuando prefiere la actividad económica de su país a la extranjera, únicamente considera su seguridad, y cuando dirige la primera de tal forma que su producto represente el mayor valor posible, sólo piensa en su ganancia propia; pero en éste como en otros muchos casos, es conducido por una mano invisible a promover un fin que no entraba en sus intenciones. Mas no implica mal alguno para la sociedad que tal fin no entre a formar parte de sus propósitos, pues al perseguir su propio interés, promueve el de la sociedad de una manera más efectiva que si esto no entrara en sus designios. No son muchas las cosas buenas que vemos ejecutadas por aquellos que presumen de servir sólo el interés público. Pero ésta es una afectación que no es muy común entre comerciantes, y bastan muy pocas palabras para disuadirlos de esa actitud (Smith, 1999, IV. ii. 1-9. La bastardilla es mía).
¿Quiénes son los conducidos por una mano invisible? ¿En qué circunstancias funciona la mano invisible? Algunos autores han sostenido que la mano invisible de Adam Smith, tal cual la encontramos en RN, se relaciona solamente con el comercio externo (ver, por ejemplo, Grampp (2000) y Fiori (2001, pp. 440-441)). Algunos autores también han sostenido que el único y fugaz uso de la expresión mano invisible en RN aparece en el curso de su discusión acerca de las restricciones a las importaciones y que son precisamente los comerciantes quienes son conducidos por la mano invisible (Rothschild y Sen, 2006, pp. 334-346).
En desacuerdo con Grampp y Fiori, por otro lado, Brewer sostiene que en el pasaje de la mano invisible en RN podemos leer que: a) la gente invierte de una forma tal que maximiza sus ingresos, no restringido al comercio internacional y b) que la inversión doméstica es preferida porque es más segura (Brewer, 2007, p. 172).
Dos cosas son ciertas. Smith ubica a los comerciantes en un rol predominante en el pasaje de la mano invisible y su contexto en RN. De hecho, el único ejemplo que Smith brinda en el texto es el del mayorista (wholesale merchant), que prefiere el comercio interno al comercio externo. Sin embargo, por otro lado, también es cierto que Smith se refiere en el pasaje de la mano invisible a “cada individuo” que emplea su capital como conducido por una mano invisible. ¿Podemos inferir lo que Smith quiere decir con “cada individuo”? Para obtener una respuesta apropiada debemos volver al libro primero de RN, especialmente al capítulo seis, en el que Smith habla acerca de la composición del precio.
En el capítulo sexto del primer libro de RN, Smith realiza una distinción entre tres clases de hombres: (a) aquellos que viven de los salarios, a saber, los trabajadores; (b) aquellos que viven de renta, o sea, los terratenientes; y (c) aquellos que viven de las ganancias, es decir, quienes emplean su capital en poner a trabajar personas industriosas “suministrándoles materiales y alimentos, para sacar un provecho de la venta de su producto o del valor que el trabajo incorpora a los materiales.” (Smith, 1999, I. vi. 5). Los individuos conducidos por una mano invisible en RN son individuos que viven de las ganancias: los comerciantes y los fabricantes.
En el quinto capítulo del libro segundo de RN, Smith sostiene que diferentes empleos del capital ponen en marcha diferentes cantidades de trabajo productivo, o “será mayor o menor el valor que se agregue al producto anual de su tierra y de su trabajo.” (Smith, 1999, II. v. 23). Tanto el comercio mayorista como el minorista son, de acuerdo con Smith, los usos menos ventajosos del empleo de capital, en términos de la cantidad de trabajo productivo que ponen en movimiento. Sin embargo, Smith sostiene que el comerciante mayorista posee una característica particular que no deberíamos subestimar:
El capital del comerciante al por mayor repone, juntamente con sus beneficios, el capital de los labradores y de los manufactureros, a quienes compra los productos objeto de su negocio, y así hace posible que aquellos continúen ejerciendo su actividad económica. Éste es el servicio principal con que coadyuva, de una manera indirecta, a sostener el trabajo productivo de la sociedad, y a acrecentar el valor de su producto anual. Su capital sirve también para emplear a marineros y carreteros que transportan sus géneros de una parte a otra, aumentando el precio de estos bienes, no sólo por el importe de sus ganancias, sino por el de los salarios de estas gentes. Éste es todo el trabajo productivo que el mayorista pone directamente en movimiento, y que agrega también de una manera inmediata al producto anual. Su eficiencia es, en ambos respectos, superior a la del capital de un comerciante que vende al por menor (Smith, 1999, II. v. 10).
No deberíamos ser indiferentes a esta característica particular del comerciante mayorista, ya que trae aparejadas serias consecuencias en el producto o ingreso total anual de toda sociedad. Todo comercio al por mayor, nos cuenta Smith, puede ser reducido a tres tipos de modalidades diferentes: la del comercio interior (consistente en comprar en una parte del país para el consumo doméstico), la del exterior para el consumo doméstico (consistente en comprar bienes en el extranjero para el consumo doméstico), y la de tránsito (consistente en el manejo del comercio de países extranjeros, o en conducir de un país a otro los productos excedentes). Estas tres modalidades ponen en movimiento diferentes cantidades de trabajo en la nación al reponer diferentes capitales y al apoyar la industria doméstica en diferentes grados.
El capital empleado en el comercio interior repone en cada operación dos capitales diferentes, ambos pertenecientes a la nación en la cual el comercio se lleva a cabo y que apoya a la industria doméstica (Smith, 1999, II. v. 25). El capital empleado en el comercio exterior para consumo doméstico repone dos capitales también, pero sólo uno de ellos es empleado en apoyar la industria doméstica (Smith, 1999, II. v. 26).
Existe, además, otro problema con el capital usado en el comercio exterior para consumo doméstico. Es cierto que éste repone al menos un capital que apoya la industria doméstica. Sin embargo, los rendimientos de ese capital no son tan rápidos como los rendimientos de una cantidad similar de capital empleada en el comercio interior (Smith, 1999, II. v.27).
Las consecuencias de la diferencia en los rendimientos del capital entre el comercio interno y el exterior son obvias para Smith:
...un capital empleado en el comercio nacional puede hacer quizá doce operaciones mientras sólo realice una el que se invierte en el exterior, con lo cual, siendo los dos capitales iguales, el primero dará un estímulo veinticuatro veces mayor que el segundo a las actividades económicas del país (Smith, 1999, II. v. 27).
En el caso de la parte del capital de cualquier país que es empleado en el comercio de tránsito, las cosas son aún peores para la industria doméstica. Ninguno de los capitales repuestos pertenece al país (Smith, 1999, II. v. 30).
Según Smith, todas las ventajas y las desventajas de los diferentes empleos de trabajo y capital tienden a la igualdad (Smith, 1999, I. x. a.1). Sólo se puede comprender esta tendencia a la igualdad si recordamos la concepción de Smith con respecto al incremento y reducción de la tasa de ganancia como una consecuencia del incremento o reducción de la inversión de capital. De acuerdo con Smith, un incremento en la cantidad total de capital empleada en el mismo negocio hará que la tasa de ganancia baje en dicho negocio, en tanto que una reducción en el monto total de capital empleado en el mismo negocio hará que la tasa de ganancia sea más alta en dicho negocio (Smith, 1999, I. x. 2, I.x.c. 26 y IV. vii. c. 87). La política del mercantilismo en la Europa de Adam Smith impide, al restringir la competencia (entre otras cosas), la realización de esta tendencia a la igualdad en las ventajas y desventajas de los diferentes empleos del trabajo y el capital, porque sin competencia en cierto negocio los precios y la tasa de ganancia son mayores que en un escenario de libre competencia (Smith, 1999, I. x.c.1-2).
En la conclusión del undécimo capítulo, el último capítulo del libro primero de RN, Smith sostiene que el interés de aquellos que viven de ganancias (los comerciantes y los fabricantes) se opone al interés de la sociedad porque la tasa de ganancia es baja en países ricos y alta en países pobres. Esto es así porque la restricción de la competencia (el principal interés de los comerciantes y los fabricantes) implica mayores ganancias como consecuencia de los altos precios de las mercancías (Smith, 1999, I.xi.p.10).
Los comerciantes y los fabricantes tratan ansiosamente de influir en las decisiones gubernamentales, en las leyes y en las regulaciones de comercio a fin de restringir la competencia. Al hacer esto, consiguen precios más altos para sus mercancías y, como consecuencia, beneficios más altos que en un escenario de libre competencia. Esto es muy perjudicial para el resto de la sociedad: los consumidores. Los altos beneficios son descriptos como un impuesto para el resto de los habitantes que consumen las mercancías producidas y vendidas por los comerciantes y fabricantes.
En el pasaje de la mano invisible de RN, Smith menciona que todo comerciante mayorista prefiere el comercio interior al comercio exterior de consumo, y éste al comercio de tránsito. Así, los comerciantes mayoristas brindan el máximo apoyo a la industria doméstica. Existe, sin embargo, una condición suficiente que debe ser cumplida: las ventajas deben ser iguales, o casi iguales, entre los diferentes emprendimientos que se llevan a cabo. Las ventajas, de acuerdo con Smith, son iguales o tienden a la igualdad en el mismo territorio, en un escenario de libre competencia (Smith, 1999, I.x.a.1).
La igualdad de las ventajas es importante en la argumentación de Smith porque asegura que cada comerciante mayorista prefiera el comercio interno a los otros tipos de comercio. En el primer capítulo del libro cuarto de RN, Smith expone los principios básicos del sistema mercantil. Creer, como lo hace el sistema mercantil, “que la riqueza consiste en el oro y la plata, y que estos metales pueden introducirse en los países desprovistos de minas por el único medio de la balanza de comercio, o extrayendo mayor valor del que se introduce” (Smith, 1999, I. 35) trajo como consecuencia lo siguiente: 1) la disminución de la importación de mercancías extranjeras mediante prohibiciones a la importación e impuestos altos sobre ella, y 2) el incremento de la exportación del producto de la industria doméstica a través de devolución de derechos de exportación, primas a la exportación, tratados de comercio ventajosos y el establecimiento de colonias. Al final del primer capítulo del libro cuarto de RN, Smith sostiene que los capítulos siguientes tratarán de explicar estos dos tipos de restricciones a la importación así como también los cuatro tipos de apoyo y recompensa a la exportación que se han mencionado. El propósito principal que tiene Smith al analizar esto es examinar “principalmente cuáles puedan ser los efectos regulares de cada uno de dichos arbitrios sobre el producto anual de la industria nacional. Según ellos, por su natural tendencia, contribuyan a aumentar o disminuir el producto anual del país, así contribuirán evidentemente a aumentar o disminuir la riqueza real y las rentas efectivas de la nación.” (Smith, 1999, IV. I. 45).
Según Smith, los comerciantes y fabricantes son conducidos por una mano invisible, en un escenario de libre competencia, a fin de obtener la maximización del producto total anual de la sociedad. Las restricciones a las importaciones son un ejemplo de esta presunción que pretende dirigir las decisiones privadas de las personas (Smith, 1999, IV.ii.11).
Los efectos del comercio monopólico colonial son los mismos que los de otras regulaciones mercantiles. Como comerciantes, gracias a las regulaciones monopólicas del comercio colonial, al comprar más barato y vender más caro, consiguen más ganancias que en otros empleos del capital en su madre patria. Así, capitales empleados en otros negocios son apartados a fin de ser empleados en el comercio monopólico colonial (Smith, 1999, IV. vii. c. 19-21). Esto es ciertamente desventajoso para la madre patria. Un comercio extranjero de consumo llevado a cabo con un país vecino es más ventajoso, debido a la frecuencia de los retornos, que un comercio extranjero con un país distante. El monopolio del comercio colonial, sostiene Smith, ha forzado en todos los casos a que alguna parte del capital de un comercio extranjero de consumo llevado a cabo con un país vecino (países de Europa) sea empleado en un comercio extranjero con países más distantes (colonias de América y las Indias occidentales). En muchos casos, además, el monopolio del comercio colonial ha forzado a que alguna parte del capital usado en el comercio extranjero se emplee en el comercio de tránsito (Smith, 1999, IV. vii. c. 36). Al hacer esto, el monopolio del comercio colonial ha llevado a la madre patria a una situación menos ventajosa en términos de su producto total anual en comparación con un escenario de libre competencia.
En un artículo ampliamente citado, Grampp (2000) ofrece una interpretación singular de la mano invisible de Adam Smith en RN: la mano invisible contribuiría y estaría íntimamente ligada a la defensa nacional:
En la Riqueza de las naciones, Smith escribe acerca de una mano invisible en el curso de su descripción de una condición particular que puede o no estar presente en una transacción de un mercado competitivo... Un comerciante que en vez de dedicarse al comercio exterior se dedica al comercio doméstico – donde su capital se encuentra más seguro y no redunda en menos ganancia – contribuye a la defensa de la nación. Lo hace así porque él agrega al capital doméstico; es una fuente de poder militar, y ese poder es beneficioso para todos, incluido el comerciante (traducción propia, Grampp, 2000, p. 443)).
Grampp sostiene que el resultado de la mano invisible es beneficioso para todos porque la riqueza doméstica es un recurso útil para que una nación pueda defenderse por sí misma (Grampp, 2000, p. 450). De acuerdo con su interpretación, la defensa es un objetivo de la política económica y la riqueza es un recurso necesario para que una nación pueda defenderse por sí misma (Grampp, 2000, p. 451). Más aún, Grampp interpreta las ideas de Smith con respecto a los diferentes niveles de seguridad del capital (siendo éste usado en el extranjero o en el comercio doméstico) en relación a la defensa nacional: “el capital doméstico es más ‘seguro’ en el sentido de que puede más seguramente ser convocado a apoyar la defensa que un capital mantenido en el exterior” (traducción propia, Grampp, 2000, p. 453).
Fitzgibbons y Force son otras de las voces a favor de la línea argumentativa sostenida por Grampp. Por un lado, Fitzgibbons advierte un cambio de mentalidad en la descripción de Smith acerca de la relación entre el crecimiento económico y la defensa nacional, un cambio que se vería reflejado en las diferentes concepciones mantenidas en sus clases sobre Jurisprudencia (LJ (A) y LJ (B)), en primer lugar, y en RN, luego. Según Fitzgibbons, Smith, en LJ (A) y LJ (B), adhiere a la tesis tory acerca de un conflicto entre el crecimiento económico y la defensa nacional, en tanto que en RN Smith argüiría (con Hume) que la riqueza en sí misma provee suficiente fortaleza militar para una adecuada defensa nacional (Fitzgibbons, 1995, p. 121). Force, por otro lado, profundiza la comparación entre Smith y Hume, y sostiene que, de acuerdo al autor del Tratado, el poder de los Estados modernos depende de la riqueza como consecuencia del comercio, en tanto que las naciones antiguas eran poderosas justamente debido a esa falta de lujo y riqueza, una condición necesaria para infundir el espíritu marcial necesario entre los habitantes (Force, 2003, p. 209).1
Minowitz (2004), a diferencia de Force y Fitzgibbons, sostiene que, de acuerdo con la interpretación de Grampp, el capital doméstico se encuentra más seguro que el capital mantenido afuera porque contribuye de mejor manera a apoyar la defensa nacional. Minowitz, sin embargo, señala correctamente que cuando Smith habla de seguridad, él se está refiriendo a la situación del dueño del capital, y no a la de la nación (Minowitz, 2004, p. 388). Uno de los argumentos principales de Grampp consiste en sostener que, según Smith, “la defensa es más importante que la riqueza.” (Traducción propia, Grampp, 2000, p. 442). Minowitz concede esto pero señala que no es tan importante en el análisis general de RN:
Pero si, como sostiene Grampp, “la proposición destacada de la política económica de Smith” es que “la defensa es más importante que la riqueza” (Grampp, 442), ¿por qué no tituló Smith a su libro An Inquiry Into the Nature and Causes of the Defence of Nations? Si su principal foco de atención hubiera sido el poder militar, ¿por qué ofrecería Smith su conocimiento a todas las “naciones” indiscriminadamente? Es posible, aunque improbable, que la mayoría de las naciones pudieran estar bien defendidas, pero el “poder” militar también incluye capacidades ofensivas; y millones de personas han creído que la libertad económica promocionada por Smith sirve sólo para beneficiar a algunas naciones a expensas de otras. Smith concede que aunque “la riqueza de una nación vecina” es “ciertamente ventajosa para el comercio”, es “peligrosa para la guerra y la política” (RN 494) (traducción propia, Minowitz, 2004, p. 389).
Más allá de la crítica de Minowitz hacia Grampp, existe un punto central que debe ser analizado en detalle. Es cierto que Smith reconoce que “la defensa es más importante que la riqueza” (Smith, 1999, IV. ii. 30), como subraya Grampp. Sin embargo, esto no constituye un argumento a favor de sostener que la mano invisible es útil para la defensa nacional. En RN, Smith deja bien en claro que la riqueza no necesariamente conduce a la mejor defensa posible. El poder económico individual no significa poder militar individual (Smith, 1999, I. V. 3) y aquello que hace que un país sea más rico podría ser aún peligroso para la defensa nacional:
La riqueza de una nación vecina, aunque suele ser peligrosa en la guerra y en la política, es ciertamente ventajosa para el comercio. En caso de hostilidad, esa riqueza haría posible que nuestros enemigos pudieran sostener armadas y ejércitos superiores a los nuestros, pero también los faculta, en una época de paz y de comercio, para hacer con nosotros intercambios de un gran valor, proporcionándonos un mercado más amplio, tanto para el producto inmediato de nuestra laboriosidad, como para los artículos que se pueden conseguir a cambio de éste. Así como un hombre rico es un parroquiano más útil para los artesanos laboriosos de la vecindad que un individuo pobre, así lo es también una nación rica para su vecina. Sin embargo, un hombre rico, que es a la vez fabricante, se convierte en un vecino muy peligroso para cuantos trafican en el mismo ramo. Pero todos los demás vecinos, o por lo menos la mayor parte de ellos, sacarán una ventaja del buen mercado que los gastos de aquél les proporciona, y aun se aprovecharán de que vende más barato que sus pobres competidores. Del mismo modo, los fabricantes y artesanos de una nación rica son, sin duda, peligrosos rivales para sus vecinos, pero esa misma rivalidad es ventajosa para el gran cuerpo de la sociedad, por el vasto mercado que los grandes gastos que se puede permitir una nación como ésa le abren en todos sentidos (Smith, 1999, IV. iii. c. 11).
Se puede ir aún más allá, empero, y argumentar que la mano invisible y su resultado de maximización del producto total anual es algunas veces un obstáculo para la defensa de las naciones. Para apoyar esta idea tendremos que analizar dos excepciones expuestas en RN al argumento de la mano invisible.
Como hemos visto, la principal idea del capítulo en el que aparece el pasaje de la mano invisible es que la prohibición de las importaciones hace que la sociedad no pueda alcanzar la maximización del producto total anual de la tierra y el trabajo. La principal idea del capítulo es argumentar a favor de la liberación de los productos importados porque, como sostiene la famosa frase de Smith, una mano invisible conducirá a la maximización del producto total anual de la tierra y el trabajo. Sin embargo, la defensa es más importante que la riqueza. Y a fin de defender a la nación, la doctrina del libre comercio puede ser peligrosa. En el mismo capítulo, unas pocas líneas después de exponer el argumento de la mano invisible, Smith sostiene que, aunque una prohibición a la exportación es dañina para la maximización del producto total anual, es necesario algunas veces controlar y regular la importación de productos extranjeros en aras de la defensa nacional:
Prohibir por una ley perpetua la introducción de granos y ganados extranjeros equivale en realidad a propiciar que la población e industria del país nunca exceda la magnitud que el producto primario de su suelo puede mantener.
Pero hay dos casos principales en los que puede ser ventajoso, por regla general, establecer algún gravamen sobre los géneros extranjeros para fomentar la industria del país.
El primero, cuando cierto ramo de la industria es necesario para la defensa del territorio. La defensa de la Gran Bretaña, por ejemplo, depende principalmente del número de sus marinos y de las unidades de su flota. Por eso, el Acta de Navegación procuró asegurar a los marinos y a los barcos de la Gran Bretaña el monopolio del comercio de su propio país, en unos casos por medio de absolutas prohibiciones; en otros, mediante derechos muy fuertes sobre los barcos extranjeros (Smith, 1999, IV. ii. 22-24).
Como se ha mencionado anteriormente, Smith repetidamente mantuvo que obedecer los reclamos de los comerciantes y los fabricantes significaba establecer un impuesto al resto de la sociedad y, por ende, significaba estar por debajo de la maximización del producto total anual. Sin embargo, en algunos casos, como en el de las primas sobre la exportación, deberíamos olvidar la máxima de establecer un impuesto al resto de la sociedad a favor de los comerciantes y fabricantes, y olvidar los resultados beneficiosos descriptos en el pasaje de la mano invisible. Todo esto en aras del imperativo de la defensa nacional:
Si una manufactura se considera necesaria para la defensa de la sociedad, no es arbitrio prudente dejar que dependa de los extranjeros, y si no pudiera sostenerse de otro modo como empresa del país, no sería contrario a la razón el establecimiento de un gravamen sobre todas las demás manufacturas, para sostenerla. Este principio justifica las primas que se conceden a la exportación de las lonas para las velas de los barcos, que se hacen en Inglaterra, y las que se pagan a las pólvoras (Smith, 1999, IV. v. a. 36).
A lo largo de este artículo se ha mostrado que 1) los individuos que son guiados por la mano invisible son precisamente los comerciantes y los fabricantes; 2) que en el pasaje de la mano invisible se hace referencia de manera especial al comercio internacional y a las consecuencias que se derivan del comportamiento del comerciante pero que también se hace referencia en general a las consecuencias que se derivan de las inversiones dentro de determinado país y no sólo en el marco del comercio internacional; 3) que la descripción dada por Smith del comerciante y del fabricante guiados por una mano invisible para maximizar el producto total anual de la sociedad es una descripción de una situación contrafáctica porque los comerciantes, debido a sus prácticas monopolísticas y sus presiones al Estado, no permiten que en una sociedad determinada se llegue a la maximización del producto total anual, y 4) que, en relación a una discusión surgida de la literatura secundaria, los efectos económicos de lo relatado en el pasaje de la mano invisible no sólo no son necesarios para la defensa nacional, sino que hasta pueden ser perjudiciales a esta.
1 Vivenza sostiene que en LJ (A) y LJ (B) Smith confiaba en que la riqueza fuera necesaria y siempre beneficiosa como instrumento de defensa. En la época medieval, el ejército estaba compuesto solamente de miembros provenientes de familias adineradas que luchaban por el sentido del honor y el amor a su país. Según Vivenza, Smith creía que el incremento de la riqueza trajo como consecuencia menos luchadores, lo que hizo necesario reclutar soldados de entre los estratos más bajos de la población, quienes eran ignorantes y cobardes (Vivenza, 2007, 105).
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Recibido: 29 de abril de 2012.
Publicado: 22 de noviembre de 2013.
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